benirrielo
Gurú Olympista
Una pequeña historia de terror.
En el camino Akasaka, en Tokio, existe una pendiente llamada Kii-no-kuni-zaka, y en la cual, en uno de sus costados, existe un foso antiguo, profundo y muy ancho con paredes verduzcas por el moho que se alzan hacia un área de jardines, y del otro lado del camino se extienden las largas y enormes paredes de un palacio imperial.
Antes de que existiera iluminación en las calles, este vecindario era solitario tras el anochecer, y los peatones preferían rodear la colina antes que bajar o subir solos por la Kii-no-kuni-zaka. Decían que un Mujima deambulaba por allí.
Una noche, al atardecer, subía a toda prisa por el Kii-no-kuni-zaka, cuando percibí a una mujer cerca del foso, solitaria y llorando amargamente. Temí que tuviera la intención de tirarse, así que me detuve a ofrecerle ayuda.
- O-jochu (honorable dama) - exclamé acercándome - ¡O-jochu, no llores!... dime qué tienes, y si puedo ayudarte.
Pero ella continuó llorando, ocultando su rostro contra el muro.
O-jochu - dije de nuevo - por favor, ¡escúchame! ¡este no es lugar para una dama por la noche! No llores,¡Solo dime como puedo ayudarte!
Puse una mano sobre su espalda y le dije por tercera vez:
-Distinguida señorita, escúcheme un momento...
La O-jochu por fin se giró bruscamente... Entonces pude ver que no tenía ojos, nariz o boca... y grité ... y corrí a la cima de Kii-no-kuni-zaka ... y todo era oscuridad y vacío frente a mí, pero jamás miré hacia atrás. Continué hasta que vi una luz.
Era solo la linterna de un vendedor de Soba, que tenía su local al lado del camino, así que me tiré a los pies del viejo vendedor, llorando.
- ¿Qué pasó? ¿Qué tienes? ¿Quién te lastimó? - preguntó el vendedor.
- No, nadie. Solo... - dije yo.
- ¿... Solo te asustó? - preguntó el vendedor.
- Vi... vi a una mujer cerca del foso... y ella me enseñó... ¡no puedo decirte qué me enseñó!
- ¿Era algo así lo que te enseñó? - preguntó el vendedor frotándose la cara para, de repente, perder sus facciones ... y en ese mismo instante la luz se apagó ...
(Adaptación de un viejo cuento japonés.)
En el camino Akasaka, en Tokio, existe una pendiente llamada Kii-no-kuni-zaka, y en la cual, en uno de sus costados, existe un foso antiguo, profundo y muy ancho con paredes verduzcas por el moho que se alzan hacia un área de jardines, y del otro lado del camino se extienden las largas y enormes paredes de un palacio imperial.
Antes de que existiera iluminación en las calles, este vecindario era solitario tras el anochecer, y los peatones preferían rodear la colina antes que bajar o subir solos por la Kii-no-kuni-zaka. Decían que un Mujima deambulaba por allí.
Una noche, al atardecer, subía a toda prisa por el Kii-no-kuni-zaka, cuando percibí a una mujer cerca del foso, solitaria y llorando amargamente. Temí que tuviera la intención de tirarse, así que me detuve a ofrecerle ayuda.
- O-jochu (honorable dama) - exclamé acercándome - ¡O-jochu, no llores!... dime qué tienes, y si puedo ayudarte.
Pero ella continuó llorando, ocultando su rostro contra el muro.
O-jochu - dije de nuevo - por favor, ¡escúchame! ¡este no es lugar para una dama por la noche! No llores,¡Solo dime como puedo ayudarte!
Puse una mano sobre su espalda y le dije por tercera vez:
-Distinguida señorita, escúcheme un momento...
La O-jochu por fin se giró bruscamente... Entonces pude ver que no tenía ojos, nariz o boca... y grité ... y corrí a la cima de Kii-no-kuni-zaka ... y todo era oscuridad y vacío frente a mí, pero jamás miré hacia atrás. Continué hasta que vi una luz.
Era solo la linterna de un vendedor de Soba, que tenía su local al lado del camino, así que me tiré a los pies del viejo vendedor, llorando.
- ¿Qué pasó? ¿Qué tienes? ¿Quién te lastimó? - preguntó el vendedor.
- No, nadie. Solo... - dije yo.
- ¿... Solo te asustó? - preguntó el vendedor.
- Vi... vi a una mujer cerca del foso... y ella me enseñó... ¡no puedo decirte qué me enseñó!
- ¿Era algo así lo que te enseñó? - preguntó el vendedor frotándose la cara para, de repente, perder sus facciones ... y en ese mismo instante la luz se apagó ...
(Adaptación de un viejo cuento japonés.)
"Mujima"