Al llegar cansado de trabajar, escuché un ruido inusual dentro del cuarto de aperos. Pensé que una vez más el gato curioso y entrometido de la vecina había entrado. Pero el sonido era distinto a otras veces, aleteaba. Este aleteo incluso movió el aire cuando los pájaros pasaron a mi lado.
La puerta del cuarto había estado abierta durante un buen rato, y los pajarillos se habían colado dentro. No sé qué hubiera pensado el gato de la vecina sobre esta incursión inusual e inédita para mí de estos dos pájaros. La aventura del cuarto de aperos siempre había sido cosa suya.
Intenté echarlos del cuarto. Con una vieja camisa los asustaba para que fueran hacia la puerta de salida. Pero ellos sólo veían la posibilidad de salir a través de dos pequeñas ventanas enrejadas con una fina tela plástica. Lo intenté durante al menos media hora, pero lo único que salía de aquel cuarto era la omnipresente plaga de motas del polvo que un rayo de sol delataba aquella tarde. (Extraído de ningún libro)
La puerta del cuarto había estado abierta durante un buen rato, y los pajarillos se habían colado dentro. No sé qué hubiera pensado el gato de la vecina sobre esta incursión inusual e inédita para mí de estos dos pájaros. La aventura del cuarto de aperos siempre había sido cosa suya.
Intenté echarlos del cuarto. Con una vieja camisa los asustaba para que fueran hacia la puerta de salida. Pero ellos sólo veían la posibilidad de salir a través de dos pequeñas ventanas enrejadas con una fina tela plástica. Lo intenté durante al menos media hora, pero lo único que salía de aquel cuarto era la omnipresente plaga de motas del polvo que un rayo de sol delataba aquella tarde. (Extraído de ningún libro)