Una última puerta y ya estaría a salvo....
Una casa abandonada de tres plantas en una remota zona, los murcielagos colgaban de cada techo de la casa, las viejas maderas crujían en cada paso, pero eso no era todo lo que allí había... La fotografía nocturna tiene sus riesgos... Los compañeros estaban fuera, en un alto, a unos 300 metros, preparando sus cámaras cuando me adentré en la vieja casa para colocar las luces, pero al subir las frágiles escaleras, en la segunda planta, me percaté en una puerta que unas horas antes estaba abierta y ahora en la noche.... cerrada... Justo en ese preciso instante, un ruido, alguien o algo se habia levantado del suelo sobre mi cabeza, una planta más arriba...
Una última puerta... Tras huir de la segunda planta, evitando los peligros que allí acechaban, bajé por la decrépita escalera de madera, ésta crujía a cada paso y cinco escalones a mi espalda se escuchaban las pisadas que me seguían golpeando fuertemente, la débil madera, en cada uno de sus pasos. En la primera planta me fuí al suelo, me levanté rápidamente y sentí como unas frías uñas de una mano me rozaba la espalda, pero lo conseguí... cerrando la puerta, a mi espalda, que daba a la planta baja y apoyándome en ella, para tomar aire; noté mi corazón como palpitaba saliéndose de mi pecho y el sudor frío recorriendo mi cuerpo... Estaba a salvo, la última puerta daba al exterior, a la civilización, al auxilio, nada ni nadie me podría retener... ¿Nadie?
Luis Santiago
Una casa abandonada de tres plantas en una remota zona, los murcielagos colgaban de cada techo de la casa, las viejas maderas crujían en cada paso, pero eso no era todo lo que allí había... La fotografía nocturna tiene sus riesgos... Los compañeros estaban fuera, en un alto, a unos 300 metros, preparando sus cámaras cuando me adentré en la vieja casa para colocar las luces, pero al subir las frágiles escaleras, en la segunda planta, me percaté en una puerta que unas horas antes estaba abierta y ahora en la noche.... cerrada... Justo en ese preciso instante, un ruido, alguien o algo se habia levantado del suelo sobre mi cabeza, una planta más arriba...
Una última puerta... Tras huir de la segunda planta, evitando los peligros que allí acechaban, bajé por la decrépita escalera de madera, ésta crujía a cada paso y cinco escalones a mi espalda se escuchaban las pisadas que me seguían golpeando fuertemente, la débil madera, en cada uno de sus pasos. En la primera planta me fuí al suelo, me levanté rápidamente y sentí como unas frías uñas de una mano me rozaba la espalda, pero lo conseguí... cerrando la puerta, a mi espalda, que daba a la planta baja y apoyándome en ella, para tomar aire; noté mi corazón como palpitaba saliéndose de mi pecho y el sudor frío recorriendo mi cuerpo... Estaba a salvo, la última puerta daba al exterior, a la civilización, al auxilio, nada ni nadie me podría retener... ¿Nadie?
Luis Santiago
Código:
Esta historia no es real, pero casi. Las fotos tienen dos semanas de diferencia entre tomas. La primera vez que la visité, la primera parte de la historia ocurrió tal cual la cuento, sólo que nadie me persiguió, ni atacó ni nada, simplemente me fuí del lugar, pensando que el ruido había sido un animal ó vagabundo buscando cobijo. La segunda vez que la visité, me aseguré que no había nadie en la casa y fué ya cuando hicimos la segunda foto y otras aquí no subidas. Me quedo con una cosa y que sirva de consejo: NUNCA ir solos a fotografiar cosas en la noche.