Pues mal, queda mal, para qué nos vamos a engañar. Destroza la cámara en lo relativo a miniaturización y portabilidad.
Seamos realistas: cuando uno se compra una cámara como esta
Es básicamente porque se busca el equilibrio entre calidad y máxima portabilidad. Y queda claro que con la EPL-7, ese equilibrio está magistralmente logrado.
Pero luego uno empieza a pensar en la forma de mejorar aún más el conjunto, de ir un paso más allá en la casi plena satisfacción que produce el manejo de esta magnífica cámara y transformarla en un equipazo extraordinario que permita llegar a un estado de plenitud cuasi-orgásmico al hacer fotos con ella. Y el camino hacia esa meta, por supuesto, pasa por calzarle el admirable, grandioso, espléndido y fastuoso VF-4.
Y el resultado, queridos amigos, es este ("Érase un hombre a una nariz pegado..." ¿Recordáis?):
En fin, ya lo véis, desproporcionado no, lo siguiente.
Peeeeero, pero, pero: no se puede dejar así este asunto, sin hacerse antes la gran pregunta, la de siempre, la del millón: ¿Merece la pena, a pesar de los pesares, calzarle a la pobre camarita semejante chepa deforme? Pues hombre, la respuesta es que sí, claro que sí, sin la menor duda.
No voy a entrar en cuestiones como el precio, que aun pareciéndome tan desproporcionado como el tamaño del propio visor, al fin y al cabo es lo que hay, y cuando nos lanzamos a por un accesorio de este tipo, lo hacemos siendo conscientes de este tema; cuesta lo que cuesta, y no hay vuelta de hoja. Yo, por mi parte, babeaba por tenerlo, y me lo he regalado para reyes (acabaré de pagarlo cuando se acerquen los reyes del año que viene).
Con respecto al tamaño, ocurre igual. A la EPL-7 le queda fatal, a la vista está. Pero eso deja de tener importancia cuando te llevas el visor al ojo. Es lo mismo que estar mirando por una EM-1... ¿Lo mismo? ¡¡NO!! Es aún mejor, porque además, el VF-4 es basculante.
En fin, aporta todas esas ventajas bien conocidas por los usuarios de este foro, así que no profundizaré en su indiscutible calidad, como tampoco lo haré en cuestiones como que, en caso de fotos más informales (cumpleaños, reuniones de amiguetes o familiares, etc) donde su uso no es muy necesario, puedo desmontarlo y mantener la portabilidad original de la cámara, y montarlo cuando haga fotos más serias, o en esos días en los que me apetece recrearme en mi afición y salgo con la idea de pasar una jornada disfrutando del género fotográfico que más me gusta (paisajes), y me llevo el bolso fotográfico, el trípode, etc., en resumen, cuando el tema del mínimo espacio pasa a ocupar un segundo plano.
Eso sí, me voy a permitir sacarle un fallo, a mi modo de ver bastante grave: es de plástico, y además con una textura no muy adecuada para mi gusto, ya que es muy fácil que se manche o se raye. Por lo que cobran por él, ya podrían haberlo acabado en metal. Collejón para Olympus.
¡Y esto es todo! En resumen, estoy muy contento con este visor.
¡Saludos!
Seamos realistas: cuando uno se compra una cámara como esta
Es básicamente porque se busca el equilibrio entre calidad y máxima portabilidad. Y queda claro que con la EPL-7, ese equilibrio está magistralmente logrado.
Pero luego uno empieza a pensar en la forma de mejorar aún más el conjunto, de ir un paso más allá en la casi plena satisfacción que produce el manejo de esta magnífica cámara y transformarla en un equipazo extraordinario que permita llegar a un estado de plenitud cuasi-orgásmico al hacer fotos con ella. Y el camino hacia esa meta, por supuesto, pasa por calzarle el admirable, grandioso, espléndido y fastuoso VF-4.
Y el resultado, queridos amigos, es este ("Érase un hombre a una nariz pegado..." ¿Recordáis?):
En fin, ya lo véis, desproporcionado no, lo siguiente.
Peeeeero, pero, pero: no se puede dejar así este asunto, sin hacerse antes la gran pregunta, la de siempre, la del millón: ¿Merece la pena, a pesar de los pesares, calzarle a la pobre camarita semejante chepa deforme? Pues hombre, la respuesta es que sí, claro que sí, sin la menor duda.
No voy a entrar en cuestiones como el precio, que aun pareciéndome tan desproporcionado como el tamaño del propio visor, al fin y al cabo es lo que hay, y cuando nos lanzamos a por un accesorio de este tipo, lo hacemos siendo conscientes de este tema; cuesta lo que cuesta, y no hay vuelta de hoja. Yo, por mi parte, babeaba por tenerlo, y me lo he regalado para reyes (acabaré de pagarlo cuando se acerquen los reyes del año que viene).
Con respecto al tamaño, ocurre igual. A la EPL-7 le queda fatal, a la vista está. Pero eso deja de tener importancia cuando te llevas el visor al ojo. Es lo mismo que estar mirando por una EM-1... ¿Lo mismo? ¡¡NO!! Es aún mejor, porque además, el VF-4 es basculante.
En fin, aporta todas esas ventajas bien conocidas por los usuarios de este foro, así que no profundizaré en su indiscutible calidad, como tampoco lo haré en cuestiones como que, en caso de fotos más informales (cumpleaños, reuniones de amiguetes o familiares, etc) donde su uso no es muy necesario, puedo desmontarlo y mantener la portabilidad original de la cámara, y montarlo cuando haga fotos más serias, o en esos días en los que me apetece recrearme en mi afición y salgo con la idea de pasar una jornada disfrutando del género fotográfico que más me gusta (paisajes), y me llevo el bolso fotográfico, el trípode, etc., en resumen, cuando el tema del mínimo espacio pasa a ocupar un segundo plano.
Eso sí, me voy a permitir sacarle un fallo, a mi modo de ver bastante grave: es de plástico, y además con una textura no muy adecuada para mi gusto, ya que es muy fácil que se manche o se raye. Por lo que cobran por él, ya podrían haberlo acabado en metal. Collejón para Olympus.
¡Y esto es todo! En resumen, estoy muy contento con este visor.
¡Saludos!